Cuentos, Versos, Poemas, reflexiones. La pasión por la escritura en este mi espacio literario. BIENVENIDOS!!
miércoles, 31 de octubre de 2012
A VECES ME PIERDO Y A VECES VUELVO
Cada vez que me derrumbo
Sospecho que llega el fin
Y el dolor inmenso que provoca la derrota
Es categórico, doliente, irritante
Que me quedo sin respiro
Cada vez que fracaso, éste deroga mis victorias
Y olvido quien soy, de donde vengo
De quien me ama, de la fe, de Cristo, de vos
Y quisiera sucumbir
Y olvido quien soy, de donde vengo
De quien me ama, de la fe, de Cristo, de vos
Y quisiera sucumbir
Cuando las cosas se tornan dificultosas
Busco culpables de mi desengaño
O quien se favorece con ello, al verme así
Y no acierto respuestas
Cuando la vida abofetea sin permiso
A veces me pierdo por un tiempo,
me descuido, me lamento,
y otras veces también vuelvo.
AUTOR: Gabriel Cuellar
ALAS ROTAS
Para ser honesto, te descubro cada mañana lejos de mi cama
Y espero que mis alas,
desplieguen su vuelo
Rara vez mi desconsuelo se
ausenta sencillamente
Y habita en mi mente tu partida
cabrona
No siempre se llora, al destajo
una partida
Pero contigo va mi vida, mis
quimeras y atardeceres
Y cada día despierto buscándote
nuevamente
Creyendo ciertamente, que mis
alas están rotas
AUTOR: Gabriel Cuellar
SOLO CON MIS PALABRAS
Teniamos un sueño, amarnos libres sin amarras
Sin
complicaciones, pasibles, con confianza
Te diste
cuenta el día que tus ojos descubrieron mi estampa
Seguro lo
supiste, ¡lo sé!
Así y
todo, no florecieron en tu jardín mis palabras
Así y
todo, convivimos largo tiempo desafiando nuestra cama
Y con
piernas de experto te propuse tantas huidas, tantas llegadas
Presiento
que lo supiste, ¡lo sé!
Los vientos
sediciosos de tus adentros me ignoraron
A pesar
que mis intenciones fueron inocentes, sanas
Entiendo
que hice lo correcto, deje correr el agua
Ferviente,
lo supiste, ¡lo sé!
Y hoy
debo comprender que este idioma no te cuadra
No lo
entiendes, se desgrana en tu espectro, te traba
Pretendía
volar a tu lado, extender nuestras alas, unir nuestras mañas
Lo supiste,
¡lo sé!
Supiste tantas
cosas señora amada, deslumbrante tierna y enamorada
Inconsciente
no apreciaste el tenor de mis palabras
El sentir
de mis adentros, mi sugestión, mis confianzas
Dijimos sin
compromisos, lo deduje en las veladas
Te hice
mi cómplice, mi aliada
Pero
ignoraste nuestro código, volabas, soñabas
Al tiempo
enmudeciste cual silencio de la nada,
Aniquilando
mis ofertas y me quede solo con mis palabras
Autor: Gabriel Cuellar
NO QUERÍA SER OTRO
Necesariamente no quería ser otro, Por lo tanto continúe siendo el mismo. Mario Benedetti. (Otherness)
Necesariamente no quería ser otro
Por lo tanto continúe siendo el mismo, pero…
Insistieron
Infectaron
Corroyeron
Mataron
Secuestraron
Se apoderaron
No quería ser otro, pero…
Llegaron
Violaron
Atacaron
Oprimieron
Sometieron
Robaron
Impusieron
Fuera de la Ley…
Y allí nos dejaron
A veces me pregunto:
¿y los derechos humanos?
¿Y el Papa?
¿Los jueces?
¿La Constitución?
Resistieron….
Nosotros también.
(Dedicado a los miles de desaparecidos de
Argentina en manos del la Dictadura Militar)
Autor: Gabriel Cuellar
UNIENDO PALABRAS
Uniendo palabras, perdidas en la nada,
hechas añicos, sueltas sin necesidad
Sin colores, sin alma, tristes en realidad
dispersas al azar, perdidas sin nada para dar
Uniendo palabras, y ocupando espacios por llenar
Encontré tus ojos tibios, lastimando al mirar
encontré tu cuerpo débil, atestado de huellas del mal
Uniendo palabras, aquella mañana poco casual
Acomode mis palabras, desparramadas sin pensar
Y Sin mucha premura, dispuesto a renunciar
Me entregue a tu hermosura de la Z a la A
AUTOR: Gabriel Cuellar
CUENTOS PARA PENSAR III
No había en el pueblo un oficio peor conceptuado y peor
pago que el de portero del prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel
hombre?
De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no
tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque sus
padres había sido portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su
padre.
Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos
y la portería se pasaba de padres a hijos.
Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del
prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió
modernizar el negocio.
Modificó las habitaciones y después citó al personal para
darle nuevas instrucciones.
Al portero, le dijo: A partir de hoy usted, además de estar
en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la
cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará
cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me
presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes.
El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al
trabajo pero.....
Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceó - pero yo...
yo no sé leer ni escribir.
¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo
pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted
aprenda a escribir, por lo tanto...
Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto
toda mi vida, también mi padre y mi abuelo...
No lo dejó terminar.
Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted.
Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero
para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga
suerte.
Y sin más, se dio vuelta y se fue.
El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había
pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a sí casa, por
primera vez desocupado. ¿Qué hacer?
Recordó que a veces en el prostíbulo, cuando se rompía una
cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las
ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría
ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.
Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba,
sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada.
Tenía que comprar una caja de herramientas completa.
Para eso usaría una parte del dinero recibido.
En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no
había una ferretería, y que debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más
cercano a realizar la compra.
¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.
A su regreso, traía una hermosa y completa caja de
herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la
puerta de su casa. Era su vecino.
Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.
Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para
trabajar... como
me quedé sin empleo...
Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.
Está bien.
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó
la puerta. Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería
está a dos días de mula.
Hagamos un trato - dijo el vecino- Yo le pagaré a usted los
dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted
está sin trabajar. ¿Qué le parece?.
Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días...
Aceptó. Volvió a montar su mula.
Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su
casa.
Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?
Sí...
Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle
sus cuatros días de viaje, y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted
sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.
El ex - portero abrió su caja de herramientas y su vecino
eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.
"...No todos disponemos de cuatro días para
compras", recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que
él viajara a traer herramientas.
En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del
dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había
vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes.
La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron
evitarse el viaje.
Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas
viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes.
Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde
almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero.
Alquiló un galpón.
Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas
después con una vidriera, el galpón se transformó en la primer ferretería del
pueblo.
Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no
viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un
buen cliente.
Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños
más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.
Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría
fabricar para él las cabezas de los martillos.
Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los
cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos.....
Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años
aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante
de herramientas. El empresario más poderoso de la región.
Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de
las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría además de
lectoescritura, las artes y loas oficios más prácticos de la época.
El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de
inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A
los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo
abrazó y le dijo:
Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda
el honor de poner su firma en la primer hoja del libro de actas de la nueva
escuela.
El honor sería para mí - dijo el hombre -. Creo que nada me
gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy
analfabeto.
¿Usted? - dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo -
¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin
saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera hecho si
hubiera sabido leer y escribir?
Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma -.
Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería portero del prostíbulo!.
LA MIRADA DEL AMOR
El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja
condición a la que el rey había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un
mensajero para avisar que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que existía
la prohibición de usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con
la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
-¿No es maravillosa?-dijo-Esto es verdaderamente amor
filial. No le importó su vida para cuidar a su madre!! Es maravillosa!
Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín
del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio
un mordisco al último durazno que quedaba en la canasta.
-¡Parecen ricos!-dijo el rey.
-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su
amado el último durazno.
-¡Cuánto me ama!-comentó después el rey-, Renunció a su
propio placer, para darme el último durazno de la canasta.¿no es fantástica?
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la
pasión desaparecieron del corazón del rey.
Sentado con su amigo más confidente, le decía:
-Nunca se portó como una reina…¿acaso no desafió mi
investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a
comer una fruta mordida.
LA CIUDAD DE LOS POZOS
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las
demás ciudades del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes
...pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar
en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los
conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de
mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos
otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de
brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del
poblado.
Un día llegó a la ciudad una "moda" que
seguramente había nacido en algún pueblito humano: La nueva idea señalaba que
todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo
exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas.
Algunos se llenaban de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más
prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más
optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y
sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron
de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no
pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales así que , si bien algunos
se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir
metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el
contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada,
todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder
hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó
a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían
hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno
perdería su identidad...
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera
de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo.
Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le
imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía
vaciarse de todo contenido...
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego , cuando vio
que no había otra posibilidad, lo hizo.
vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo,
mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había
deshecho...
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro
tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua!!!.
Nunca antes otro pozo había encontrado agua...
El pozo supero la sorpresa y empezó a jugar con el agua del
fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando
agua hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia,
que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo,
revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto , en
tréboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles
después...
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al
que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro.
-Ningún milagro- contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo
profundo... Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la
idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.
Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y
más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr
también el riesgo del vacío...
Y también empezó a profundizar...
Y también llegó al agua...
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis
verde en el pueblo...
-¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban. -No
sé lo que pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua
hay. Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta
de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la
misma...Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad
del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.
No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos
los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de
contacto:
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí,
aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo
de su ser lo que tienen para dar...
UN LUGAR EN EL BOSQUE
Esta historia nos cuenta de un famoso rabino jasídico: Baal
Shem Tov.
Baal Shem Tov era conocido dentro de su comunidad porque
todos decían que él era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y tan
puro que Dios escuchaba sus palabras cuando él hablaba.
Se había hecho una tradición en este pueblo:
Todos los que tenían un deseo insatisfecho o necesitaba
algo que no habían podido conseguir iban a ver al rabino.
Baal Shem Tov se reunía con ellos una vez por año, en un día especial que él elegía. Y los llevaba a todos juntos a un lugar único, que él conocía, en medio del bosque. Y una vez allí, cuenta la leyenda, que Baal Shem Tov armaba con ramas y hojas un fuego de una manera muy particular y muy hermosa, y entonaba después una oración en voz muy baja... como si fuera para él mismo.
Y dicen...
que
Dios le gustaban tanto esas palabras que Baal Shem Tov decía, se fascinaba
tanto con el fuego armado de esa manera, quería tanto a esa reunión de gente en
ese lugar del bosque...
que no
podía resistir el pedido de Baal Shem Tov y concedía los deseos de todas las
personas que ahí estaban.
Cuando el rabino murió, la gente se dio cuenta de que nadie
sabía las palabras que Baal Shem Tov decía cuando iban todos juntos a pedir
algo...
Pero conocían el lugar en el bosque. Sabían cómo armar el fuego.
Una vez al año, siguiendo la tradición de Baal Shem Tov había instituido, todos los que tenían necesidades y deseos insatisfechos se reunían en ese mismo lugar en el bosque, prendían el fuego de la manera en que habían aprendido del viejo rabino, y como no conocían las palabras cantaban
cualquier canción o recitaban un salmo, o sólo se miraban y hablaban de cualquier cosa en ese mismo lugar alrededor del fuego.
Y dicen...
que
Dios gustaba tanto del fuego encendido, gustaba tanto de ese lugar en el bosque
y de esa gente reunida...
que
aunque nadie decía las palabras adecuadas, igual concedía los deseos a todos
los que ahí estaban.
El tiempo ha pasado y de generación en generación la
sabiduría se ha ido perdiendo...
Y aquí estamos nosotros.
Nosotros no sabemos cuál es el lugar en el bosque.
No sabemos cuáles son las palabras.
Ni siquiera sabemos cómo encender
el fuego a la manera que Baal Shem Tov lo hacía...
Sin embargo hay algo que sí sabemos:
Sabemos
esta historia,
Sabemos
este cuento...
Y dicen...
que
Dios adora tanto este cuento...
que le
gusta tanto esta historia...
que
basta que alguien la cuente...
y que
alguien la escuche...
para
que Él, complacido,
satisfaga
cualquier necesidad
y
conceda cualquier deseo
a todos
los que están compartiendo este momento...
Amén... (Así sea...)
EL MAESTRO SUFI
El Maestro sufi contaba
siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre
entendían el sentido de la misma...
- Maestro – lo
encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas
su significado...
- Pido
perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación
te convide con un rico durazno.
- Gracias maestro.-
respondió halagado el discípulo
- Quisiera, para
agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
- Sí. Muchas
gracias – dijo el discípulo.
- ¿Te gustaría que,
ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más
cómodo?...
- Me encantaría...
Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es un abuso si
yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...
- Permíteme que te
lo mastique antes de dártelo...
- No maestro. ¡No
me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.
El maestro hizo una
pausa y dijo:
- Si yo les
explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta
masticada
SIN NOMBRE
Un
señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le
iluminara el camino que debía seguir. Todas las noches, al acostarse, le
pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de
su vida.
Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semi-místico
buscando recibir una señal divina.
Hasta que un día, paseando por un bosque, vio a un cervatillo caído, tumbado,
herido, que tenía una pierna medio rota. Se quedó mirándolo y de repente vio
aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado; estaba a punto de ver
cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al cervatillo de
un sólo bocado.
|
Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el puma, no
satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al puma
acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo inesperado: en lugar de
comérselo, el puma comenzó a lamerle las heridas.
Después se fue y volvió con unas pocas ramas humedecidas y se las acercó al
cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después se fue
y trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que el cervatillo
pudiera comer.
Increíble.
Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vio que el cervatillo aún
estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las
heridas y darle de beber.
El hombre se dijo:
Esta es la señal que yo estaba buscando, es muy
clara. "Dios se ocupa de proveerte de lo que necesites, lo único que no
hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo detrás de las
cosas".
Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí
esperando que alguien le trajera de comer y de beber.
Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días... pero nadie le
daba nada.
Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al
cervatillo herido, pero no le daban nada.
Hasta
que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre hombre,
que estaba muy angustiado, le dijo:
- Dios me engañó, me mandó una
señal equivocada para hacerme creer que las cosas eran de una manera y eran
de otra. ¿Por qué me hizo esto? Yo soy un hombre creyente...
Y le contó lo que había visto en el bosque.
El
sabio lo escuchó y luego dijo:
- Quiero que sepas algo. Yo
también soy un hombre muy creyente.
Dios no
manda señales en vano. Dios te mandó esa señal para que aprendieras.
El
hombre le preguntó:
- ¿Por qué me abandonó?
Entonces
el sabio le respondió:
- ¿Qué haces tú, que eres un puma
fuerte y listo para luchar, comparándote con el cervatillo?
Tu
lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien que no
pueda valerse por sus propios medios.
|
ESTRELLITAS Y DUENDES
"En el país de los cuentos había una vez un pequeño duende. Un duende muy travieso que
siempre andaba riendo y saltando de un lado para otro... Vivía en una
casita toda rodeada de montañas. A su lado, un pequeño río que discurría
placidamente por la falda de la ladera describiendo un paisaje difícil de
imaginar.......... Lo que mas gustaba al duendecillo era ver como cada
mañana, con los primeros rayos de sol, todas las flores de su jardín iban
abriendo una por una sus hojas..... Uno de aquellos días, como muchos
otros, salió a pasear a la montaña. Y caminando entre las rocas encontró una
flor: era una flor preciosa, nunca había visto otra de igual belleza. Le había
cautivado tanto que paso toda la tarde mirándola. Era maravilloso verla cuando
se contorneaba cada vez que el viento acariciaba sus hojas.............
Al siguiente día y al siguiente, y al otro, volvió para estar a su lado y
mirarla. Un día como tantos otros, nuestro duendecillo vio como de una
de sus hojas caía una pequeña lagrima. No entendía como la flor más maravillosa
del mundo podía estar triste. Se acercó a ella y le pregunto:
-"?Por que lloras?". -Y contesto la flor: "me siento triste aquí
entre las rocas, sin nadie que me mire salvo tu. Me gustaría vivir en un jardín
como el tuyo y ser una mas de entre las flores. Además, te concederé el deseo
que mas quieras si me llevas allí". Fue entonces, cuando el pequeño
duende la tomo entre sus manos y con todo el cariño del mundo la planto en el
lugar mas bonito de su jardín........... Una vez cumplido el deseo, la
flor le dijo al duendecillo: - "Y bien, ahora que me has llenado de
felicidad al traerme aquí, ?que es lo que mas deseas en este mundo?".
Y el duendecillo entonces, la miro fijamente y contesto : -
"Quiero ser flor como tu para
sentirme por
siempre a
tu lado". Y colorín colorado, en el país de los cuentos, el
final ha llegado.
SIN QUERER SABER
Y
si es cierto que has dejado de quererme...
yo te pido,
¡por
favor,
no me
lo digas!
Necesito
por hoy
y
todavía
navegar
inocente
en tus mentiras...
Dormiré
sonriendo
y muy
tranquilo.
Me
despertaré
bien
temprano en la mañana.
Y
volveré a hacerme a la mar,
te lo
prometo...
Pero
esta vez...
sin
atisbo de protesta o resistencia
naufragaré
por voluntad y sin reservas
en la
profunda inmensidad de tu abandono...
SIN NOMBRE 2
En un
oasis escondido entre los mas lejanos paisajes del desierto, se encontraba el
viejo ELIAHU de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.
Su
vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus
camellos y vio a ELIAHU transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
-Que
tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo-
contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Que
haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro-
contesto el viejo.
-Que
siembras aquí, ELIAHU?
-Dátiles
-respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!-
repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la mayor
estupidez.
-El
calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la
tienda a beber una copa de licor.
-No
debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime,
amigo: Cuantos años tienes?
-No
se... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he olvidado... pero eso que
importa?
-Mira
amigo, los datileros tardan mas de 50 años en crecer y recién después de ser
palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el
mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que difícilmente
puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira
Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar
esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles
que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la
pena terminar mi tarea.
-Me has
dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de monedas
esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en la mano al
viejo una bolsa de cuero.
-Te
agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me pronosticabas
que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin embargo, mira,
todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de monedas y la gratitud
de un amigo.
-Tu
sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y
es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta lección con
otra bolsa de monedas.
-Y a
veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de
monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseche no
solo una, sino dos veces.
-Ya
basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que
no me alcance toda mi fortuna para pagarte...
CODICIA
Cavando,
para montar un cerco que separara mi terreno del de mi vecino, me encontré
enterrado en mi jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro.
A mi no
me interesó por la riqueza, me interesó por lo extraño del hallazgo, nunca he
sido ambicioso y no me importan demasiado los bienes materiales, pero igual
desenterré el cofre.
Saqué
las monedas y las lustré. Estaban tan sucias las pobres...
Mientras
las apilaba sobre mi mesa prolijamente, las fui contando...
Constituían
en sí mismas una verdadera fortuna. Solo por pasar el tiempo, empecé a imaginar
todas las cosas que se podrían comprar con ellas.
Pensaba
en lo loco que se pondría un codicioso que se topara con semejante tesoro. Por
suerte, por suerte...no era mi caso...
Hoy
vino un señor a reclamar las monedas, era mi vecino. Pretendía sostener en un
miserable que las monedas las había enterrado su abuelo, y que por lo tanto le
pertenecían a él.
Me dio
tanto fastidio que lo maté...
Si no
lo hubiera visto tan desesperado por tenerlas, se las hubiera dado, porque si
hay algo que a mí no me importa son las cosas que se compran con dinero, eso
sí, no soporto la gente codiciosa...
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