miércoles, 3 de octubre de 2012

Solo una triste Carta de Amor


Tenía ganas de escribirte esta carta, de amor, o dolor.
Tenía tantas ganas de estar cerca de ti, así que hallé esta forma, amarte a la distancia y con mis letras, con mis palabras atrapadas en el pecho, ansiosas de llegar a tocarte.
Sin dudas ha sido difícil penetrar tus barreras, que se transformaron en mías, que se convirtieron en desafíos signados de imposibles.
Elegí el camino más difícil para llegar a tu corazón, esquive las frases hechas, evite las formalidades, fui directamente al grano, no poseía tiempo para tertulios. Ya había experimentado todo tipo de juegos de seducción y no dieron resultado.
Recuerdo tus ojos brillantes aquel día que te conocí, recuerdo que me no me perdían de vista, y callaron, pero en su silencio decían muchas cosas. Sé que fui importante para ti, me hiciste sentirlo, recuerdo tus alientos frescos como brisas atinadas para mi corazón doliente.
Tantas cosas soñé junto a ti, tantas que eran excesivas para ser concretadas, Dios conocía mis intenciones y escucho tu nombre muchas veces, él fue mi sanador, escucho mis intenciones, sostuvo mis lamentos de madrugada.  Tal vez también los tuyos.
Sé que te ame con toda mi fuerza, como nunca, quizás por eso, por ser tan distintas mis sensaciones no llegaron a concretarse. Y hoy recuerdo todas esas cosas que no pude cumplir a tu lado, recuerdo los viajes no realizados, las noches no compartidas, y así vivo, imaginándote junto a mí, imagino tu cuerpo, que no llegué a recorrer, te imagino rodeando mi cintura con tus brazos pequeños, imagino mis labios recorriendo tu imagen maravillosa.
Te ame como nunca lo sentí en mis venas, en mis mañanas, con mis mariposas en la panza que parecían halcones. Tantas risas fueron tuyas, tantas lagrimas también, se que te ame y no reniego por ello, solo lo extraño como me extraño a mí. En aquel tiempo flotaba, me aislé de la gente, tú eras mi todo.
Gracias a tu presencia, me reencontré con Neruda, Benedetti, Bucay, Dios, y tantos otros, me encontré con tantas gentes, pero no me encontré a mí, me perdí en tus brazos, en tus laberintos, en tus inseguridades y las mías. En fin guardo en mi memoria esas palabras que logre desgarrar de tu corazón acorazado, esas palabras que viven en mí. Y como escribió Neruda “Podría escribir los versos más tristes esta noche…”, pero sería inútil, si todo en torno a mí se contamina de tristeza. Todo lo existente forma parte de tu ausencia, todo me recuerda a ti.
Para concluir amor de mi vida, debería tratar de olvidarte, quiero que lo sepas, haré lo necesario para evitar tu recuerdo, para no recordar tus palabras, para dormir por las noches, para no pensarte más, esa será mi promesa, esa es mi decisión: dejarte volar, simplemente volar, esperando que en tu vuelo algún día decidas detenerte junto a mi corazón ajado, doliente y afligido por este desencuentro que nunca llego a ser unión.
Sé que te ame, quizás todavía te amo, pero estoy recordando que no siempre he cumplido mis promesas. 

AUTOR: Gabriel Cuellar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjame tu devolución, es importante para mí saber si te ha gustado este trabajo: