Tenía ganas de escribirte esta carta, de amor, o dolor.
Tenía tantas ganas de estar cerca de ti, así que hallé esta forma,
amarte a la distancia y con mis letras, con mis palabras atrapadas en el pecho,
ansiosas de llegar a tocarte.
Sin dudas ha sido difícil penetrar tus barreras, que se
transformaron en mías, que se convirtieron en desafíos signados de imposibles.
Elegí el camino más difícil para llegar a tu corazón, esquive las
frases hechas, evite las formalidades, fui directamente al grano, no poseía
tiempo para tertulios. Ya había experimentado todo tipo de juegos de seducción
y no dieron resultado.
Recuerdo tus ojos brillantes aquel día que te conocí, recuerdo que
me no me perdían de vista, y callaron, pero en su silencio decían muchas cosas.
Sé que fui importante para ti, me hiciste sentirlo, recuerdo tus alientos
frescos como brisas atinadas para mi corazón doliente.
Tantas cosas soñé junto a ti, tantas que eran excesivas para ser
concretadas, Dios conocía mis intenciones y escucho tu nombre muchas veces, él
fue mi sanador, escucho mis intenciones, sostuvo mis lamentos de
madrugada. Tal vez también los tuyos.
Sé que te ame con toda mi fuerza, como nunca, quizás por eso, por
ser tan distintas mis sensaciones no llegaron a concretarse. Y hoy recuerdo
todas esas cosas que no pude cumplir a tu lado, recuerdo los viajes no
realizados, las noches no compartidas, y así vivo, imaginándote junto a mí,
imagino tu cuerpo, que no llegué a recorrer, te imagino rodeando mi cintura con
tus brazos pequeños, imagino mis labios recorriendo tu imagen maravillosa.
Te ame como nunca lo sentí en mis venas, en mis mañanas, con mis
mariposas en la panza que parecían halcones. Tantas risas fueron tuyas, tantas
lagrimas también, se que te ame y no reniego por ello, solo lo extraño como me
extraño a mí. En aquel tiempo flotaba, me aislé de la gente, tú eras mi todo.
Gracias a tu presencia, me reencontré con Neruda, Benedetti, Bucay,
Dios, y tantos otros, me encontré con tantas gentes, pero no me encontré a mí,
me perdí en tus brazos, en tus laberintos, en tus inseguridades y las mías. En
fin guardo en mi memoria esas palabras que logre desgarrar de tu corazón acorazado,
esas palabras que viven en mí. Y como escribió Neruda “Podría escribir los
versos más tristes esta noche…”, pero sería inútil, si todo en torno a mí se
contamina de tristeza. Todo lo existente forma parte de tu ausencia, todo me
recuerda a ti.
Para concluir amor de mi vida, debería tratar de olvidarte, quiero
que lo sepas, haré lo necesario para evitar tu recuerdo, para no recordar tus
palabras, para dormir por las noches, para no pensarte más, esa será mi
promesa, esa es mi decisión: dejarte volar, simplemente volar, esperando que en
tu vuelo algún día decidas detenerte junto a mi corazón ajado, doliente y
afligido por este desencuentro que nunca llego a ser unión.
Sé que te ame, quizás todavía te amo, pero estoy recordando que no
siempre he cumplido mis promesas.
AUTOR: Gabriel Cuellar
AUTOR: Gabriel Cuellar
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjame tu devolución, es importante para mí saber si te ha gustado este trabajo: