La
carta llego una mañana de invierno. La vi sobre la mesa de la sala de estar.
Tenía terror a esas cartas, cada vez que alguna de ellas llegaba, al poco
tiempo mi padre y todos nosotros nos mudábamos.
Mi
padre era un científico del gobierno. Desde pequeño había experimentado tantas
veces estas situaciones que ya no quería soportarlas.
Yo,
era hijo único, adolescente, necesitaba tanto a mi padre. En los últimos años
había estado muy ocupado salvando al mundo como para detenerse un instante y
disfrutar conmigo algún rato.
En
esta ocasión debía hacer algo para recuperar a mi padre, por eso decidí
esconder la carta. Tenía la ventaja de ser el primero en levantarme e irme a
clases. En aquella oportunidad la escondí entre mis libros de geografía.
Las
cartas siguieron llegando en forma frecuente, y cada vez más seguidas, yo
repetía la misma historia. Las escondía.
Una
tarde de verano regrese del colegio cansado, harto de tareas, este era mi
último año, el año de mi graduación. Mis padres se encontraban en la sala de
estar discutiendo fuertemente. Mi madre con lágrimas en los ojos juraba no
saber nada. La situación era tensa. Decidí preguntar qué sucedía:
- ¿qué pasa papá? ¿Por qué discuten? ¿Por
qué llora mamá?
- Hijo, este es un tema entre tu madre y
yo, te pido nos dejes solos por favor. ¿Podrá ser? Dijo mi padre
La
intriga y la incertidumbre fueron muy poderosas en mí. Me refugie detrás de los
muebles de libros y desde allí pude escuchar lo que pasaba.
- Tu sabias lo importante que era para
nosotros ese ascenso. Lo estaba esperando desde hace tanto tiempo. Con ese
ascenso iba a comprar una casa nueva en la ciudad y así poder cumplir el sueño
de nuestro hijo. El sueño de poder estudiar en una Universidad de ciudad como
lo merece. Doce años trabajando para poder lograr este ascenso y nunca llego a
mis manos la notificación del ascenso. Me quiero morir, amor.- Dijo mi padre.
- Puedo asegurarte que a mis manos nunca llego
notificación alguna. De eso puedes estar completamente seguro. Debe haber algún
error. – balbuceaba mi madre.
En
ese momento el mundo cayó sobre mí. Perdí el aire y un nudo en mi garganta se
adueñó de ella sin dejarme pronunciar palabra alguna.
Me
dirigí a mi habitación, debía idear alguna estrategia, algún plan. No podía
hacerle esto a mi familia. Aquella noche no pude encontrar el sueño. Y de
madrugada se me ocurrió contar la verdad, hacerme cargo de mis actos.
Tome
un papel y un lápiz y escribí:
Queridos
padres es muy injusto y egoísta lo que he hecho, yo fui quien encontró las
notificaciones que llegaban constantemente para papá. Pero las escondí por que
las detesto, las aborrezco. Son las notificaciones que más daño me han hecho en
los últimos años. Cada vez que una de esas cartas llegan, debíamos partir,
dejar la ciudad e instalarnos en otro sitio, dejando atrás mis amistades, mis
lugares mis amores. Si supieran ustedes lo difícil que ha sido para mí hacerme
de amigos. Solo si comprendieran eso me entenderían. Quiero pertenecer a un
lugar. Quiero ser de algún lugar, quiero tener historias para contarle a mis
hijos y poder visitar esos lugares donde viví mi vida de niño. Les pido
disculpas padres por lo que hice sé que no tengo perdón. Mi padre ha trabajado
mucho para lograr este logro, tanto que, ya no recuerdo como eran sus caricias.
Eso
es todo, les comento que he decidido abandonar nuestro hogar no creo que
después de semejante error haya espacio para mí.
Un
beso enorme para los seres que más amo en mi vida,
Papá
y Mamá.
Perdón.
Los
años pasaron y las diferencias con mis padres fueron subsanadas. Nuca más
regrese a mi hogar me hice camino al andar.
Hace
ya treinta años y aun hoy lo recuerdo, lo llevo tan clavado en mi memoria. Será
por eso que hoy rechacé el ascenso, porque al ver a mi hijo de catorce años a
los ojos, escucharlo hablar con tanto amor de sus amigos y de su noviecita,
comprendo tanto lo que él siente, que prefiero conservar sus sonrisas de niño joven y ofrecerle
recuerdos de este lugar donde ya se ha arraigado. Resignando ascensos
personales.
“La felicidad de un ser amado debe considerarse como un logro personal”
Autor: Gabriel Cuellar Alvarez
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Cuentos, Versos, Poemas, reflexiones. La pasión por la escritura en este mi espacio literario. BIENVENIDOS!!
lunes, 2 de julio de 2012
LA CARTA (Cuento)
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Cuántas vueltas nos presenta la vida...para lograr ese tan ansiado estado de armonía...
ResponderEliminarBello relato... Un abrazo.-