domingo, 30 de diciembre de 2012

SIN FRONTERAS

Si pudiera derrumbar las fronteras y mis voces regar por donde quiera, yo te juro que reinaria el amor sin banderas.
Si pudiera hacer que todos nos amemos sin diferencias, seria como pedirle al sol que apareciera.
Yo quiero un mundo donde la libertad sea verdadera y donde los países se inunden de letras, donde el lenguaje le gane a las guerras.
...
Eso soñamos los poetas, poder esparcir nuestros versos de una y todas las maneras, y que no me digan que el amor conoce de fronteras.
 

AUTOR: Gabriel Cuellar 

YO QUE

 
Yo que sobreviví a mil tormentas
que caí muy profundo
que morí muchas veces
que me perdí mas de una vez
que luche contra mis demonios

que reviví
que me levante
que resucite
que me encontré
que respire nuevamente
que volví a conseguir lo perdido
estoy aquí
esperando el próximo:
"que"

viernes, 7 de diciembre de 2012

CUANDO HABLO DE AMOR

Cuando hablo de amor, no estoy hablado del amor pasional de un hombre y una mujer.

Cuando hablo de amor, me refiero al vínculo indisoluble que se genera a partir de este.Me refiero al amor de madres, de padres, de hijos, de amigos, de familia.Aquel que aborda lo obvio, pero a veces lo obvio no lo es.Entonces se desvalorizan los afectos, se van, se esconden, dejan huecos.Y, esos huecos vacíos son ocupados por otros valores que no hacen otra cosa que suplir esas ausencias.Por eso cuando hablo de amor, no hablo de cosas, hablo de sentimientos; y estos, se demuestran de una sola forma:"Demostrando mi amor por vos".Algunas personas no pueden cubrir sus huecos, sus vacíos, y sera por eso tal ves, que casi nunca hablan de amor, y se pierden en sus laberintos llenos de nada...... y a modo de reflexión, sosteniendo la teoría de que, cuando hablo de amor, estoy diciendo que defiendo mis vínculos, pero no desde lo conceptual sino, desde la realidad, entonces si digo que te quiero, me gustaría que le dieras valor a ese amor, porque necesito sostener nuestra complicidad.Porque Sin Amor, No hay Felicidad y, sin felicidad no nos queda nada.

Autor: Gabriel Cuellar