sábado, 30 de junio de 2012

UNA MISION IMPOSIBLE (Cuento)


UNA MISIÓN IMPOSIBLE

Capítulo I

               La peor noticia: un fin de semana para realizar lo imposible.
              

ERA UN DÍA COMÚN en la ciudad. Mi ciudad es húmeda y lúgubre, más aún en invierno. Las personas desaparecen rápidamente de las calles por la nochecita, y tan solo algunos pocos deambulan errantes por sus arterias. La cuidad de Buenos Aires se ve así, encierra una tristeza colosal que se apropia de las noches invernales. Las personas se escabullen friolentas a sus hogares y la vida sigue su curso como si el frío fuera su cómplice. A pesar de que más de tres millones de almas transitan sus calles diariamente, transformándola en un hormiguero, el invierno espanta a las personas. Será porque Buenos Aires tiene una reminiscencia a las viejas ciudades de Europa que torna así, principalmente a Londres, mi ciudad se parece a Londres por las noches de invierno. La niebla, el frío  la brisa espesa y difusa se apodera del paisaje, convirtiendo el bullicio del día en una inmutable calma nocturna.

El fin de mi semana laboral me había atrapado este viernes en la redacción del diario en el cual trabajo hace ya varios años. Pude obtener este trabajo gracias a Marcos un amigo que tenía contactos con el dueño del diario. Me inicie lentamente y muy joven

Con este panorama me dirigí a casa para descansar este fin de semana largo, y de algún modo trabajar tranquilo, es una manera de decir. Por suerte; esta modalidad de los últimos años de trasladar los feriados a los días lunes me agradaba de sobremanera, y como nunca, lo que más necesitaba era tiempo, mucho tiempo y muchas ideas, si pretendía conservar mi trabajo. Durante el viaje a desde mi trabajo a mi departamento, pude observar detenidamente como la vida pasaba frente a mí y no me pedía permiso. Las personas viven un mundo interior muy particular, miles de almas transitando las calles heladas de mi ciudad sin conocer a nadie, sin conversar con nadie, sin mirarse. Era una escena poco alentadora, tanta soledad junta y al mismo tiempo era una simbiosis de problemas en mundos diminutos.

Soy escritor y hace más de dos años escribo artículos para el suplemento cultural de un  diario independiente de la ciudad, un trabajo que se podría describir como algo poco extraordinario. Para nosotros, los escritores, lo fundamental es poder expresar nuestras ideas y llegar al corazón de los lectores. Es un deseo ancestral, que se ha plasmado con el tiempo en distintas vertientes literarias. La lectura y la escritura van de la mano, son una unidad indisoluble, un matrimonio indestructible.  Por alguna razón las personas desarrollamos estas formas de comunicación que con el tiempo se ha convertido en la herramienta más potente de todas: LA PALABRA.

Mi trabajo requiere paciencia y constancia, no se pueden elaborar ideas así nomas, no se pueden escribir historias fácilmente, hay que elaborarlas y propiciar un ambiente acorde para que el escritor busque en su interior eso que solo los caracteriza: INSPIRACION. Característica esta que hacía bastante no encontraba en mí, no porque no la tuviera, si no porque no me lo permitían. El trabajo en un diario es diferente, aquí solo se debe ajustarse a las consignas y directivas de los editores, no se permite dejar volar la imaginación de un escritor, solo se debe escribir sobre algo pautado, sin chistar.

En esta ocasión me habían sorprendido, los directivos del diario por primera vez me solicitaron algo más extenso y bien actual, un cuento, una historia, algo con suspenso y mucho “gancho”, como se dice por acá. Era la gran oportunidad de mi vida, poder propagar mi obra, si bien formaría parte de una antología escolar, era la gran oportunidad para demostrar todo mi talento, mi dedicación y sobre todo, la concreción del sueño de todo escritor: Publicar sus obras.

Así llegué esa tarde noche a mi departamento, colmado de papeles e ideas inconclusas y con muchas ganas de tomar una ducha reparadora, para luego volver a empezar, pero ¿por dónde?, estaba agotado, vacío de ideas, esboce diversas estrategias, especulaba robar ciertos pensamientos de otros escritores e incluirlas en mi trabajo inicial, pero después recapacité, no sería justo. Luego especulé modificar mis personajes, añadirles agresividad, pasión y misterio, ¿MISTERIO?, ese término me embrollaba la vida, no soy bueno para esto, mi fuerte han sido los versos de amor y las novelas de estas índoles. El panorama se mostraba desolador.

El reloj señalaba las 18:30, me encontraba consumido y con pocas ganas de salir de casa, más aun, teniendo en cuenta que a mi jefe de edición no le había gustado para nada mi último trabajo presentado, el que debía formar parte de la antología. Esto de ser escritor rentado no es lo más conveniente para desarrollar el arte.

La realidad era que mi frustración me impedía concentrarme en otra actividad, ya que solo pensaba en que había fallado. La reunión de hoy; que consistió en la presentación de mi “obra maestra”, la había planificado tanto tiempo atrás, y en honor a la verdad, esta primera exposición del trabajo me costó mucho esfuerzo, las exigencias del editor se ajustaban al pedido de la editorial y con ellas se sepultaba mi inspiración. Fueron ocho meses de trabajo continuo y exhaustivo para concluir con un rotundo:

-         ¡Le falta suspenso a tu trabajo Gabriel! te doy hasta el martes para corregirlo, esto no vende, ¡entendes! ¡NO VENDE! 

-         Pero si he trabajado más de ocho meses en este proyecto. Sánchez, debería analizarlo desde otra perspectiva. - Dije con un tono hosco.



Mi plan fue simple: narrar una historia familiar de fin de semana, una casa de campo, lejos de la ciudad, con los matices necesarios, lluvias, tormentas, cortes de luces, y obviamente un asesino psicótico que se había escapado de un centro de salud mental. Los componentes eran los adecuados para una historia atrapante, pensé. Pero estaba errado. Esta era una historia demasiado trillada, un argumento demasiado utilizado y un desarrollo demasiado obvio. Y cuando la presente ante las autoridades del diario y la editorial me miraron como diciendo: DEMASIADO tonto.

Tengo casi cuarenta años y escribo desde los doce, he progresado lentamente, y mis maestros se han empeñado en reforzar mi gramática y desarrollar fuertemente mi imaginación. No debo haber aprendido bien mis lecciones, porque a esta altura de mi carrera no permitiría que me increparan así, de ese modo injusto e irónico con el cual se dirigió a mí el editor en jefe del diario:

-         Deberías pensar seriamente en alejarte de esta profesión Gabriel. Hace tiempo que tus trabajos carecen de originalidad y creatividad, debería despedirte, pero sé que no tienes como mantenerte, así que te doy la última oportunidad, el martes quiero algo bueno, que me impresione, que me atrape, que me devore el escrito desde el primer capítulo, sabiendo que cada vez se va a poner más interesante, ¿ENTENDISTE?

-         Sí señor. Dije, con un poco de vergüenza.

Con esas palabras resonando en mi cabeza me propuse descansar un rato y luego, de madrugada, comenzar con mis primeros ensayos de corrección. Tenía que cenar algo, solicité comida por teléfono, algo simple, pizza dije, de mozzarella con faina y unas frías cervezas, tenía que relajarme.

Las pizzas llegaron rápidamente, pero no tenía mucho apetito así que quedaron en la mesa haciéndome compañía por si acaso en la madrugada necesitara refuerzos, las cervezas que eran dos, duraron menos tiempo de lo previsto y por esta razón a las 20:30 ya estaba recostado, exhausto, aturdido y quizás un poco entonado.

Pudo haber sido la presión del día, es stress, la humillación que había padecido, o las cervezas, que me cubrí hasta la cabeza con las sabanas, y no recuerdo bien si me quede dormido al instante o demore algún tiempo, durante ese lapso entré como en trance, como cuando uno dormita y se encuentra en un estado semi dormido, o semi despierto, la cuestión es que durante ese periodo escuche una voz delicada que hablaba desde el comedor.  ¡Ni pensar en levantarme! dije. No sé cómo se manejan los impulsos cuando uno está en ese estado, el asunto era que escuchaba, pero no me movía, perdí totalmente la noción del tiempo y el espacio.

La voz era insistente, tenue, lejana, pero poderosa, y algo me quería advertir, o tal vez alertar. Ese episodio se prolongó un rato largo, pero no podría precisarlo con exactitud, finalmente la cerveza le gano al resto. Me dormí.

Capítulo II

Comenzando el trabajo, descubriendo cosas extrañas

Eran las 23:00 horas cuando desperté turbado, un poco asustado, me dolía la cabeza, o la vesícula, o el hígado, o algo, necesitaba medicación rápidamente, decidí tomar un té de manzanilla y algunas aspirinas, para comenzar a trabajar en mi proyecto desde cero. Una misión imposible en mi estado.

Abrumado por el escenario que me esperaba, decidí pensar un poco en mi trabajo, me recosté en mi sillón para poder retomar fuerzas, e ideas, allí en ese espacio reducido, tantas historias fluyeron de mi, que de algún modo me encontraba en busca de nuevas historias, de un poco de creatividad, pretendía reclamarle a mi sillón que me echara una idea “VENDIBLE”.

De repente, empezaron a ocurrir cosas extrañas. Busque mi celular para fijarme si tenía algún mensaje de mi amigo Gustavo, nada, el reloj marcaba las 23:18, tiempo de comenzar la tarea. No quería pasar la noche solo, aunque lo necesitaba, para concentrarme, lo mejor sería llamar a Gustavo, él cuenta muy buenas historias me dije, así que lo llame. A los veinte minutos llamaban al portero eléctrico:

- Hola Gabriel, abrirme soy yo.

- Pasa Gustavo te estoy esperando la puerta está abierta. Dije.

- Hola amigo, seguís luchando con tus ideas fantásticas – me dijo con tono burlesco.

- Desde luego, te dije que no les iba a gustar, después de tanto trabajo, ¡che! Me lamente.

- Quédate tranquilo amigo, me voy a quedar este fin de semana largo con vos, así podemos terminar juntos tu trabajo para el día martes, este es el regalo que te voy a obsequiar por ser mi mejor amigo, me dijo Gustavo.

Realmente me sorprendió, ¿ayudarme?, ¿Cómo?, sin desmerecerlo, es mecánico, poseía muchas habilidades con sus manos, pero de letras, correcciones y demás yerbas, cero, nada, never…

Le comente a Gustavo la complicación de no poder armar una historia atrapante, a esta altura no me importaba mucho si era buena o mala, pero si quería que sea atrapante, con suspenso, y con mucho magnetismo. Le pedí que me contara esas historias que su padre nos narraba cuando éramos chicos, historias antiguas del bien y el mal, demonios y ángeles, etc., etc.

Entonces Gustavo trató de empezar su relato, el reloj marcaba las 00:35, la madrugada despertaba, y por lo visto seria larga, pero antes de iniciar quería contarme algo:

Sabes Gabriel, hoy me sucedió algo extraño, te cuento, quizás te ayude a armar algo para tu trabajo. Me dijo con un tono temeroso.

Contame haber, de ultima me entretengo con tu historia, le dije para que se distendiera.

Cuando me llamaste para que viniera ya estaba acostando, fue un día fatigoso, tuve mucho trabajo y además me toco limpieza en la casa, lavado y todo lo demás, como no tuve tiempo para cocinar pedí unas pizzas y cervezas al delivery, pero no pude probar bocado, eso sí, las cervezas las tome en un santiamén, en eso que estaba descansando en mi cama mirando televisión, me quede dormido y no sé bien que paso pero escuche voces. Esto nunca me había sucedido, era una voz extraña, como tratando de comunicarse o advertir de algo. Mira no sé bien si paso o lo soñé, pero te lo cuento como para que por lo menos tengas algunas ideas nuevas.

Quede atónito, pasmado o espantado, no supe que decir, me quede en silencio por un instante.

¿Sabes algo? Dije. - A mi me pasó algo parecido, la misma situación, la misma cena, las mismas bebidas y el mismo sueño, escuche voces extrañas, pero no le di importancia, estaba muy agotado, pero ahora que recuerdo las voces pretendían alertarme de algo, creo.

Contame!, que te decían lo mismo que a mí. - Enfatizó Gustavo - “Cuidado con la computadora” me decía a mí, “no entres al buscador, no entres al buscador, cuidado”. Eso fue lo que escuche, justo antes de venir para acá.

En esos momentos tuve que decidir, me di cuenta que eran las mismas voces, las mismas frases, la misma alerta, ¿qué hacer?, nunca fui supersticioso, si temeroso, lo que me apasiono toda mi vida fue descifrar los acertijos, los enigmas. Fue allí cuando ideamos un plan con Gustavo. El reloj marcaba las 01:25 de la madrugada.

Capítulo III

Google, agentes especiales. Todo al revés

Gustavo me observaba con asombro pero al mismo tiempo con mucha tranquilidad, me miro y coincidimos sin decir palabra alguna: “LA COMPUTADORA”. La encendimos y los cinco minutos ya estábamos conectados a Internet. Me ubique frente al teclado y escribí en el explorador de Windows: www.google.com.ar, al instante estábamos haciendo exactamente lo contrario a las advertencias de las voces, sin darle importancia a ellas, comenzamos a buscar, no sabíamos bien qué, pero buscábamos, hasta que de repente se me ocurrió colocar la palabra: “TELEPATÍA”, enter.

Telepatía. (De tele- y -Patía). f. Coincidencia de pensamientos o sensaciones entre personas generalmente distantes entre sí, sin el concurso de los sentidos, y que induce a pensar en la existencia de una comunicación de índole desconocida. || 2. Transmisión de contenidos psíquicos entre personas, sin intervención de agentes físicos conocidos. Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

Gustavo me miro raramente, sus ojos no eran los mismos de siempre, note algo extraño en su comportamiento, como si leyera mis pensamientos, la situación era incomoda, su mirada era un poco amenazadora. A esta altura y después de un día tan extenso mi cabeza podía pensar cualquier cosa. No le di importancia y comencé a leer atentamente el significado de la palabra Telepatía, “comunicación de índole desconocida”, desconocida por quien pensé, “comunicación entre ambos”. A esta altura yo estaba un poco paranoico. El reloj marcaba las 02:33. Gustavo se dirigió al baño.

Algo andaba mal, Gustavo cambio repentinamente de actitud, lo seguí, sin hacer ruido y me acerqué lentamente a la puerta, quería escuchar algo raro o extraño, necesitaba confirmar que algo estaba mal, a estas horas de mi proyecto laboral ni idea como iría a terminar, de hecho todavía no comenzaba ni a ojearlo.

De repente escuche a Gustavo hablando por teléfono o algo similar, se comunicaba con alguien, ¿a esta hora?, me dije, que raro. Preste atención a su conversación

Control estoy en la casa indicada y el objetivo se encuentra aquí conmigo, la operación se completará a las trescientas en punto, solicito apoyo, no ingresen hasta que de la señal. Todo va según lo previsto, recuerden que la señal será la luz de en la ventana del frente, cambio. Fuera.

No podía ser, ¿Gustavo?, ¿para quién trabaja?, esto es una joda me dije a mi mismo, la mezcla entre la manzanilla, la cerveza y la paranoia me están haciendo perder la cordura. Es imposible que Gustavo fuera un agente, policía o algo así. Tenía que averiguar lo que sucedía. Y eso fue exactamente comencé a hacer.

Al rato Gustavo salió del baño.

Gabriel. Dijo en tono amable. – Te dejo trabajar tranquilo mientras yo miro una peli, ¿querés?

Bueno, está bien Gustavo ponte cómodo, voy a tratar de adelantar algo.

No me anime a decir nada, seguramente pensaría que me volví loco, o tal vez se enojaría conmigo y sí iba a su casa, no quería estar solo, así que me hice el distraído y seguí con lo mío.

Mientras seguía en la computadora, Gustavo encendió el televisor y sintonizó el canal de Cine, estaban proyectando Misión Imposible III. Esa película sí que me gusta, me dije a mi mismo, pero no quería mirar por que si no me iba a enganchar y no terminaría mas. Gustavo saco de su bolsillo trasero un aparato raro de color marrón claro, y lo tomo con sus manos. Yo mientras tanto seguía buscando ideas.

De repente Tom Cruise se dirige directamente a la pantalla y comienza a hablar, obviamente en ingles, me llamo la atención porque la vi varias veces a esta película, pero esta parte no la recordaba, así que por unos instantes me detuve a mirar.

Estoy llegando Gustavo, no lo dejes escapar es muy peligro, está conectado con una red terrorista denominada “Acá Eras”, su clave es: Telepatía. Si en algún momento la utiliza, es porque se ha dado cuenta que estamos tras él, debemos actuar rápidamente, debemos pasar a la fase número dos, y tratar de persuadirlo para que ingiera el té del sueño. Conéctate con la central, ellos te dirán como proceder, ajústate al protocolo y todo resultara bien. Cambio y fuera

No podía creerlo, esto no podía estar pasando, Tom Cruise hablando con Gustavo por la televisión y dándole instrucciones sobre mí, ¿yo peligroso?, ¿red terrorista?, ¡imposible!, siempre fui escritor, nunca viaje al exterior, apenas conozco Mar del Plata. Tenía que prepararme, me querían detener por algo que no hice, la CIA el FBI y no sé cuantas agencias mas estaban tras mío.

Gustavo se distrajo y me encerré rápidamente en mi pieza, no sabía bien que hacer, no sabía ni disparar un arma, tuve tanto miedo que me escondí bajo la cama. Una vez allí me di cuenta que había una puerta de madera encofrada en la pared, la abrí y entré esperando poder esconderme por un rato largo allí. El reloj marcaba las 02:58, me quedaban dos minutos. Esto no me está pasando me decía constantemente, empecé a rezar el padre nuestro, el ave maría y todo lo que recordaba de mi tiempo de catecismo.

El lugar estaba oscuro, así que prendí la luz, era insólito que no conociera este escondite, vivo en este departamento hace más de cinco años. Al encender la luz mi sorpresa fue mucho más grande, mascaras de gas, fusiles FAL, pistolas 9mm, miras láser, granadas M5, Telémetros láser, brújulas digitales, GPS, planos y demás yerbas estaban allí, en esta habitación.  Las paredes llenas de recortes de diarios, atentados, accidentes, fechas, números y mucha documentación, en una mesa de madera embutida a la pared que además tenía un espejo, yacían pasaportes italianos, noruegos y rusos, pelucas, maquillaje y fotos mías con distintos aspectos, barbas, bigotes y un par de guantes.

Había que tomar una decisión, ese era el momento, ¿de dónde salió todo esto?, me preguntaba, pero no tenía tiempo para respuestas. El reloj marcaba las 03:00. Llegó la hora, me dije.

En ese instante decidí vestirme con algunas de las ropas que se encontraban allí, me vestí de cocinero, con bigotes y de aspecto italiano. Salí de ese compartimiento oculto, me coloque los guantes, necesita salir rápidamente de allí, por un momento pensé en llamar a la policía, pero que iba a decirles que Gustavo era un agente y que Ton Cruise venía a detenerme, ¡no! Una locura.

Tomé coraje y salí de mi habitación, en ese preciso instante Gustavo hablaba por su aparatito de mano, mientras con la otra hacia señales con una linterna por la ventana que da a la calle.

Me acerque lentamente a la puerta de salida, llevaba en la cintura una pistola 9mm Browning con cachas anatómicas y cuatro cargadores con doce balas cada uno. Gustavo estaba alerta mirando por la ventana, llegue a la puerta principal y trate de abrirla imperceptiblemente, lo logré.

Escuché una terrible explosión, era en la calle, bajé corriendo las escaleras de mi edificio hasta llegar al hall de ingreso, allí observé con gran desconsuelo que mi auto volaba por los aires, ¡sí!, mi pobre Fiat uno 2001. Enfurecí, abrí la puerta del edificio y allí estaban todos.

El equipo SWAT, la policía federal y muchísimas personas con armas en la mano, me hice el desentendido, estaba vestido de cocinero, camine lentamente hacia la esquina, nadie dijo nada. No se dieron cuenta, llegue a la esquina y pare un taxi:

Lléveme por favor rápido hasta el aeropuerto, le dije al chofer

Si señor su vuelo está listo, estos son sus nuevos pasaportes y en la maleta están las indicaciones, las tarjetas y el dinero. No se olvide que al llegar a Chipre lo estará esperando nuestro contacto, dígale la palabra clave “Telepatía”

Me quería morir, acababa de escapar y el taxista era mi cómplice, lo tenía todo planeado, ¿cómo me había olvidado que era un activista?, ¿cuándo ocurrió esto?, pude haber sido capturado y con algún programa de rehabilitación borraron mis recuerdos, o quizás tengo amnesia, bueno, no sé, lo vi en algunas películas, eso pasa, me dije.

Llegue el aeropuerto, me dirigí directamente al sector de embarque, un avión esperaba. Me acompaño un hombre muy amable, era de origen asiático. Por fin pude subirme al avión, el reloj marcaba las 04:25. En algunos instantes estábamos en el aire. Por fin dije, logre escaparme. Ahí fue cuando lo vi, era realmente impactante conocerlo en persona, pensé que era más alto, pero no, Tom Cruise se dirigía hacia mí, yo estaba disfrazado, como me reconocería, imposible dije. Él me miro y dijo:

Para mi ninguna misión es imposible. 

 Después de eso me aplico un fuerte golpe en la cara que me desmaye.



Capítulo IV

Finalmente desperté. Esa noche todavía no terminaba.

Durante este tiempo de desmayo, no supe bien que pasaba, veía luces, hombres vestidos de negro alrededor mío, comunicados entre ellos por intercomunicadores, escuché conversaciones en otro idioma, podría haber sido ingles. Una mujer vestida con guardapolvo blanco trataba de aplicarme una inyección en mi brazo. Yo presentía todo esto y no podía hacer nada, en eso, llego alguien mayor, no lo veía pero escuché su voz, era de origen centro americano, en el aire se podía percibir un olor a combustible muy fuerte. Pensé que podría estar en algún galpón del puerto o en algún hangar de aeropuertos.

Lentamente desperté, cuando una de las personas allí presentes se acerco y pregunto:

¿Dónde está?, si me das los códigos de accesos, dejamos con vida a tu esposa y a tu hija.

¿Dónde está qué?, ¿esposa, hija? ¿Yo?, esto parecía una película de acción y de las mejores. El mismo hombre extrajo de un bolsillo, un aparato metálico en forma de pinza, con un tubo transparente en el centro, conteniendo un líquido violeta espeso, aceitoso. El jefe dijo en voz alta:

En cuatro minutos quiero los códigos, si no tú y él serán inyectados con “Pro Rabani”, el veneno más letal conocido hasta ahora.

A la pelota dije, Pro no se cuanto, contenía la jeringa cibernética de mi amigo, dispuesto a utilizarla si no le daba los códigos. Debía hacerlo. En su lugar haría lo mismo, su vida corría peligro. Bueno… La mía también. En eso un Afro americano bien negro, más que negro casi violeta, trajo un artefacto muy sofisticado de metal al parecer un transmisor satelital, mediante el cual se comunicaba con algún lugar del Cairo. Allí, según comentaba la voz del otro lado, se encontraba el jefe de esta organización encomendada a capturar a terroristas altamente peligrosos. El aparato fue colocado frente a mí y el Afro le dijo a mi guardián:

Tienes tres minutos, comienzan ahora.

Presiono un botón que activo esa cosa y los segunderos comenzaron a correr en forma inversa.

Pensé que la tortura no seria para mí algo complicado, si era un terrorista tan peligroso como afirmaban, seguramente mi entrenamiento debería ser más que eficiente. Pensé, todo esto que pasaba realmente lo había ideado yo mismo, que en realidad sí era un terrorista peligroso. Yo mismo habría realizado un implante de inteligencia artificial simulando ser, lo que en realidad soy hoy, un escritor mediocre. Otra opción podría ser que la organización a la cual pertenecía se había encargado de mi, implantando en mi cerebro un chip capaz de ser monitoreado por mis jefes y donde se podrían haber instalados distintos tipos de programas sofisticados con el fin de aparentar ser otra persona. Todo esto se cruzaba por mi cabeza cuando el guardia comenzó a ponerse nervioso.

Necesito los códigos Gabriel, será lo mejor para ti, la tortura que tengo que aplicarte será feroz, desearas morir antes de que comience.

Bueno, tanto va a ser, dije para mí.

No conozco ningún código de acceso, le dije.

¿Cómo te llamas? Pregunté. El me miró, bajó la cabeza y asintió.

Me llamo Michael Canon, pertenezco a la “AMIANTO”, Asociación Mundial Integrada Anti Tóxicos, con sede en el Cairo, somos agentes especiales en cubierto. Te hemos estado buscando hace más de siete años, después de lo de las Torres.

¿De qué Torres? Pregunté.

De las Torres Gemelas, el 11/9, tu estuviste allí, tenemos filmaciones en video. Sabemos tu conexión con ese grupo fundamentalista. El jefe te ha buscado mucho tiempo, ahora simplemente debes decirle los códigos.

No entiendo, ¿de qué códigos hablan? Pregunte.

Los códigos de la caja metálica hallada en tu casa de Bolivia, contiene Plutonio. Inteligencia presume que debe haber allí casi dos kilos. Tu esposa nos dijo que solo tú manejas los códigos de accesos. Ellas, tu esposa e hija, están bajo custodia, serán entregadas si cooperas.

¡A la perinola!, tengo esposa e hija en Bolivia, estuve en el atentado del 11/9, poseo una caja que contiene Plutonio, y me persigue la organización “AMIANTO”. Debo ser un tipo muy inteligente, pensé. Qué vida aburrida tengo, escribiendo cosas absurdas para gente que no entiende nada de arte, con un sueldo insignificante, en un departamento de tres ambientes, y un estilo de vida para nada envidiable.

Éste otro Gabriel que descubría ahora, si bien no era un ejemplo mundial, era mucho más interesante, más no sé, más audaz, eso es, más audaz, algo que carezco de nacimiento. Me gustaba el personaje que descubría de mí, obviamente no compartía para nada con su trabajo. El reloj avanzaba, en su cuenta regresiva faltaban 22 segundos.

Michael Canon, el guardia, me miro de una forma anormal, como tratando de complotar conmigo algo, pensé, le caí bien a este Yankee. Y entonces dijo:

Debo sacarte el transmisor, solo así podrás vivir tranquilo. Quiero que sepas que tu esposa es una buena mujer. Estuve enamorado de ella desde que la conocí, tu hija en realidad es hija mía, se llama Salomé, tienes implantado en tu ante brazo derecho un transmisor por el cual te monitorean de los dos bandos. Lo siento amigo tenia de contártelo, lo menos que puedo hacer es salvarte la vida después de todo lo que te han hecho. Dame el brazo.

En ese momento, con un bisturí pequeño, cortó mi piel haciendo un rectángulo. Lo sorprendente fue que no salió sangre, además no sentía dolor, seguidamente levantó mi tejido, mis partes internas eran de metal, como de acero cromado, similares a los brazos de Terminator, así de ese tipo. Extrajo de adentro un transmisor marca X23, los mismos que utiliza Tom Cruise en la película MI III. Para esto el reloj seguía retrocediendo, la tensión crecía, no sabía que sucedería cuando llegara a cero.  Michael Canon no me mataría, pero los demás agentes tal vez sí.

La hora indicada llego. Sonó fuertemente el timbre ensordecedor. Tuve mucho miedo. Cerré los ojos y me encomendé al cielo. Rece intensamente. El timbre seguía sonando insistentemente, por un largo tiempo sentía mi brazo abierto, mi piel desgarrada y una sensación muy extraña, algunos dicen que es el instante previo a la muerte, se cruzaron por mi cabeza miles de imágenes. El timbre que seguía sonando. Pensé en mis padres en mi hermano, en… mi esposa e hija aunque no las recordaba, en mi hija que en realidad no era mía, pedí por ellos. Ya no supe que hacer.

Me entregué, mentalmente no podía seguir, abatido, mi tiempo había finalizado, me esperaba una muerte segura. Decidí abrir mis ojos, a lo lejos, el timbre seguía sonando.

Cuando los abrí, me encontraba en mi cama abrazando la segunda botella de cerveza, todo había sido producto de una pesadilla. El reloj marcaba las 22:38, el que tocaba insistentemente al portero era Gustavo, recién llegaba a mi departamento para acompañarme aquella noche.

Tuve ese presentimiento temprano, sabía que este sería un día muy largo y lo peor de todo, todavía no tenía una historia mejor para presentar el martes.

Gustavo ingreso, nos saludamos, nos sentamos a disfrutar las pizzas que habían quedado en la mesa, nos miramos sin decir palabras. En la televisión proyectaban Misión Imposible III.



Todo aquello que la mente proyecta, podría convertirse en realidad.
Somos lo que pensamos. Lo imposible podría mutar a real.

           Autor: Gabriel Cuellar









EL HOMBRE SIN SUERTE (Cuento)



Esta es la historia un hombre sin suerte. Tanta era su desgracia que en el último tiempo todo había empeorado drásticamente. Sus relaciones familiares, sus vínculos sociales y laborales eran un desastre.


La necesidad intensa de poder cambiar su suerte lo empujaron lentamente a aferrarse a su fe. Así fue que paulatinamente y sin notarlo, con la única persona con quien conversaba y narraba sus penurias, era Dios.


Por las noches y durante un año completo se dedico a forjar “su” encuentro religioso, se despojaba de sus miedos e ingresaba al mundo divino. Cuando esto sucedía se liberaba y surgían sus pedidos más íntimos.


Inmensa era la pena que consumía a este hombre que comenzó a comprometerse con sus pedidos y con el tiempo empezó a creer que era posible la intervención de Dios para que lograra alcanzar lo que tanto ansiaba, “Su felicidad”.


Una de tantas noches, se refugió en su alcoba para su encuentro cercano con Dios. La noche era intensa, una tormenta azotaba la ciudad y los rayos emergían desde el unísono cual chispas se desprenden de una hoguera. El viento ostentaba con voz rugiente y se filtraba entre las hendiduras de las aberturas de la vivienda. Era una noche tempestuosa y doliente.


Comenzó a rezar y descargar todo su dolor, esa noche la tristeza invadía fuertemente el alma de este ser y a gritos – análogo a la tempestad reinante -, necesitaba descargar su cólera. Fue tan profundo su pedido, que aquella noche ocurrió el milagro:


 Dios escucho atentamente sus pedidos – sin que él lo supiera - .
Tú eres mi roca señor, tú eres mi sustento y mi gloria. No abandones a este hijo que sufre intensamente las desdichas de esta vida que le pesa. Confío plenamente en ti, porque tú todo lo puedes y tú misericordia es profunda hacia mí. Conoces que mi deseo más preciado es ser feliz una sola vez en la vida. – de este modo  comenzaron sus plegarias aquella noche.


Para él este mecanismo era normal, rutinario, y como habitualmente lo hacia se quedo aquella noche leyendo y rezando por el lapso de una hora aproximadamente. Finalizado este menester, se dispuso a descansar  y durmió profundamente.
Al día siguiente, muy temprano despertó abrupta mente  el reloj indicaba las seis de la mañana. No pudo reencontrarse con el sueño, así que se levanto. En ese instante algo fenomenal sucedió, al mirar por la ventana de su habitación el día se asomaba esplendido, el sol brillaba resplandeciente en el horizonte y su luz tibia ingreso al correr las cortinas. Su brillo tan intenso se transformo en una presencia, y un poco confundido, entendió que esa figura se comunicaría con él en ese instante.


Hoy será un día diferente para ti. Hoy deberás despojarte de todo tu rencor y odio para poder descubrir tu ser intimo. Hoy te concederé el primero de los únicos dos deseos que tendrás en tu vida para ser feliz. Solo de este modo hijo ingresaras en el reino de Dios. Dijo la voz que se proyectaba como un haz de luz a través de la ventana.
Rápidamente comprendió que aquella palabra que se comunicaba era la de Dios. Sin decir nada a nadie guardo aquel episodio en lo más profundo de sus adentros y, después de reflexionar un rato se puso en acción.


Durante la mañana:
Esa mañana converso con su esposa y le dijo todo lo que pensaba de ella. Agradeció su compañía de tantos años y los hijos que habían tenido. Además, y haciendo caso a las recomendaciones de Dios, le expreso sus sospechas con relación al rumbo de la pareja, sospechaba que su esposa era infiel.


Más tarde esa misma mañana se presento a su lugar de trabajo y después de conversar con sus supervisores, presento la renuncia a su trabajado. Más de quince años en el mismo lugar y puesto, sin recibir ningún ascenso en ese lapso. Su trabajo realmente no lo hacía feliz.


Durante la Tarde:
Durante la tarde fue a visitar a sus hijos al colegio, los beso y le expreso su más profundo amor. Jamás había podido mirarlos a los ojos y expresarle sinceramente que los amaba. La palabra amor lo hacía vacilar, lo desequilibraba.  
Siguiendo con su recorrido, se encontró con sus padres y de igual manera que con sus hijos, le manifiesto su agradecimiento.


Al llegar la Noche:
Cuando la noche llego, todo lo que se había planteado hacer, lo había cumplido. Todo sus odios, rencores y cuestiones sin saldar habían salido de su ser, pero noto que además se animo a aflorar su otro costado, su parte tierna, pudo expresar su amor sin prejuicios.


Decidió alejarse de la ciudad y se dirigió a lo alto de un risco, allí se sentó y pensó durante largo tiempo. Extrañamente se apreció compungido, vacío, y muy solo. Su psiquis domino lo más oscuro de su interior y al cabo de unos minutos tomo la drástica decisión de quitarse la vida. Tomo una cuerda y la coloco en un árbol seco y solo al borde del risco y en un arranque enloquecido se colgó.
Todo se nublo en ese momento, todo oscureció. Para su desgracia y haciendo honor a su mote de hombre desafortunado, la cuerda se zafo del tronco y cayó a lo profundo de la montaña, en un pozo de unos cuatro metros. Cuando pudo dilucidar su realidad, se encontraba en el fondo del pozo solo y alejado de la ciudad, incapacitado de recibir ayuda, comenzó a rezar fervientemente.
>>>Dios mío, no me abandones en este momento, ayuda a tu hijo en la adversidad, socórreme, atenúa mi sufrimiento. Cumple tu palabra>>>>. Exclamó con dolor.


<<< Aquí estoy hijo mío. – Dijo la voz conocida de Dios-. Como has cumplido con mi pedido y has hecho exactamente lo que pensaba que harías, cumpliré mi palabra. En este momento te concedo el primer deseo, “vivirás”, pero tendrás que demostrar que aprecias la vida y convencerte que nada es imposible cuando uno posee fe y determinación >>>.


Desde hoy lucharas por salir de este lugar, te valdrás de tus manos, tu entereza y tu esperanza.


Desde aquel momento, su vida cambio, tuvo que vivir en el pozo. Notó que un árbol pequeño crecía lentamente y lo cuido. Con la expectativa de que llegara hasta el borde del pozo. Así durante todo ese tiempo no contó con otras herramientas que no fueran sus manos y paciencia. Se alimentó de los frutos del árbol y creyó como nunca antes que podría hacerlo solo.


Un año después:
Pasaron doce meses hasta que la cúspide de su árbol llego a la cima del pozo. Una mañana de invierno salió de este y volvió a la ciudad. Estupefacto y emocionado, valoro la vida como nunca antes, corrió a la urbe en busca de sus afectos más cercanos. Se sintió un hombre diferente.
Durante el camino hacia su hogar, los fantasmas del miedo regresaron a su mente. Especuló que durante su ausencia lo podían haber olvidado, o que sencillamente lo habían dado por desaparecido.
Llego a su hogar y se clavo de rodillas en el jardín, agradeciendo a Dios por ese instante, por ese momento de felicidad, por primera vez en su triste existencia era feliz.


Esa felicidad duró poco cuando pudo observar por la ventana de su casa a su esposa en los brazos de otro hombre. La vio feliz sonriente y quiso morir.


Señor. No entiendo lo que pasa. Me habías prometido ser feliz y si bien pude lograr entender el sentido de la vida. Esto que me sucede ahora me provoca el dolor más grande que he experimentado en toda mi vida. en este preciso momento desearía morir.


…… Dicen que esa misma tarde el hombre murió. Dicen, que Dios cumplió el segundo deseo prometido.

La felicidad debería ser una cuestión de aptitud. No pidas a Dios lo que no eres capaz de cumplir.

Autor: Gabriel Cuellar



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