sábado, 30 de junio de 2012

EL HOMBRE SIN SUERTE (Cuento)



Esta es la historia un hombre sin suerte. Tanta era su desgracia que en el último tiempo todo había empeorado drásticamente. Sus relaciones familiares, sus vínculos sociales y laborales eran un desastre.


La necesidad intensa de poder cambiar su suerte lo empujaron lentamente a aferrarse a su fe. Así fue que paulatinamente y sin notarlo, con la única persona con quien conversaba y narraba sus penurias, era Dios.


Por las noches y durante un año completo se dedico a forjar “su” encuentro religioso, se despojaba de sus miedos e ingresaba al mundo divino. Cuando esto sucedía se liberaba y surgían sus pedidos más íntimos.


Inmensa era la pena que consumía a este hombre que comenzó a comprometerse con sus pedidos y con el tiempo empezó a creer que era posible la intervención de Dios para que lograra alcanzar lo que tanto ansiaba, “Su felicidad”.


Una de tantas noches, se refugió en su alcoba para su encuentro cercano con Dios. La noche era intensa, una tormenta azotaba la ciudad y los rayos emergían desde el unísono cual chispas se desprenden de una hoguera. El viento ostentaba con voz rugiente y se filtraba entre las hendiduras de las aberturas de la vivienda. Era una noche tempestuosa y doliente.


Comenzó a rezar y descargar todo su dolor, esa noche la tristeza invadía fuertemente el alma de este ser y a gritos – análogo a la tempestad reinante -, necesitaba descargar su cólera. Fue tan profundo su pedido, que aquella noche ocurrió el milagro:


 Dios escucho atentamente sus pedidos – sin que él lo supiera - .
Tú eres mi roca señor, tú eres mi sustento y mi gloria. No abandones a este hijo que sufre intensamente las desdichas de esta vida que le pesa. Confío plenamente en ti, porque tú todo lo puedes y tú misericordia es profunda hacia mí. Conoces que mi deseo más preciado es ser feliz una sola vez en la vida. – de este modo  comenzaron sus plegarias aquella noche.


Para él este mecanismo era normal, rutinario, y como habitualmente lo hacia se quedo aquella noche leyendo y rezando por el lapso de una hora aproximadamente. Finalizado este menester, se dispuso a descansar  y durmió profundamente.
Al día siguiente, muy temprano despertó abrupta mente  el reloj indicaba las seis de la mañana. No pudo reencontrarse con el sueño, así que se levanto. En ese instante algo fenomenal sucedió, al mirar por la ventana de su habitación el día se asomaba esplendido, el sol brillaba resplandeciente en el horizonte y su luz tibia ingreso al correr las cortinas. Su brillo tan intenso se transformo en una presencia, y un poco confundido, entendió que esa figura se comunicaría con él en ese instante.


Hoy será un día diferente para ti. Hoy deberás despojarte de todo tu rencor y odio para poder descubrir tu ser intimo. Hoy te concederé el primero de los únicos dos deseos que tendrás en tu vida para ser feliz. Solo de este modo hijo ingresaras en el reino de Dios. Dijo la voz que se proyectaba como un haz de luz a través de la ventana.
Rápidamente comprendió que aquella palabra que se comunicaba era la de Dios. Sin decir nada a nadie guardo aquel episodio en lo más profundo de sus adentros y, después de reflexionar un rato se puso en acción.


Durante la mañana:
Esa mañana converso con su esposa y le dijo todo lo que pensaba de ella. Agradeció su compañía de tantos años y los hijos que habían tenido. Además, y haciendo caso a las recomendaciones de Dios, le expreso sus sospechas con relación al rumbo de la pareja, sospechaba que su esposa era infiel.


Más tarde esa misma mañana se presento a su lugar de trabajo y después de conversar con sus supervisores, presento la renuncia a su trabajado. Más de quince años en el mismo lugar y puesto, sin recibir ningún ascenso en ese lapso. Su trabajo realmente no lo hacía feliz.


Durante la Tarde:
Durante la tarde fue a visitar a sus hijos al colegio, los beso y le expreso su más profundo amor. Jamás había podido mirarlos a los ojos y expresarle sinceramente que los amaba. La palabra amor lo hacía vacilar, lo desequilibraba.  
Siguiendo con su recorrido, se encontró con sus padres y de igual manera que con sus hijos, le manifiesto su agradecimiento.


Al llegar la Noche:
Cuando la noche llego, todo lo que se había planteado hacer, lo había cumplido. Todo sus odios, rencores y cuestiones sin saldar habían salido de su ser, pero noto que además se animo a aflorar su otro costado, su parte tierna, pudo expresar su amor sin prejuicios.


Decidió alejarse de la ciudad y se dirigió a lo alto de un risco, allí se sentó y pensó durante largo tiempo. Extrañamente se apreció compungido, vacío, y muy solo. Su psiquis domino lo más oscuro de su interior y al cabo de unos minutos tomo la drástica decisión de quitarse la vida. Tomo una cuerda y la coloco en un árbol seco y solo al borde del risco y en un arranque enloquecido se colgó.
Todo se nublo en ese momento, todo oscureció. Para su desgracia y haciendo honor a su mote de hombre desafortunado, la cuerda se zafo del tronco y cayó a lo profundo de la montaña, en un pozo de unos cuatro metros. Cuando pudo dilucidar su realidad, se encontraba en el fondo del pozo solo y alejado de la ciudad, incapacitado de recibir ayuda, comenzó a rezar fervientemente.
>>>Dios mío, no me abandones en este momento, ayuda a tu hijo en la adversidad, socórreme, atenúa mi sufrimiento. Cumple tu palabra>>>>. Exclamó con dolor.


<<< Aquí estoy hijo mío. – Dijo la voz conocida de Dios-. Como has cumplido con mi pedido y has hecho exactamente lo que pensaba que harías, cumpliré mi palabra. En este momento te concedo el primer deseo, “vivirás”, pero tendrás que demostrar que aprecias la vida y convencerte que nada es imposible cuando uno posee fe y determinación >>>.


Desde hoy lucharas por salir de este lugar, te valdrás de tus manos, tu entereza y tu esperanza.


Desde aquel momento, su vida cambio, tuvo que vivir en el pozo. Notó que un árbol pequeño crecía lentamente y lo cuido. Con la expectativa de que llegara hasta el borde del pozo. Así durante todo ese tiempo no contó con otras herramientas que no fueran sus manos y paciencia. Se alimentó de los frutos del árbol y creyó como nunca antes que podría hacerlo solo.


Un año después:
Pasaron doce meses hasta que la cúspide de su árbol llego a la cima del pozo. Una mañana de invierno salió de este y volvió a la ciudad. Estupefacto y emocionado, valoro la vida como nunca antes, corrió a la urbe en busca de sus afectos más cercanos. Se sintió un hombre diferente.
Durante el camino hacia su hogar, los fantasmas del miedo regresaron a su mente. Especuló que durante su ausencia lo podían haber olvidado, o que sencillamente lo habían dado por desaparecido.
Llego a su hogar y se clavo de rodillas en el jardín, agradeciendo a Dios por ese instante, por ese momento de felicidad, por primera vez en su triste existencia era feliz.


Esa felicidad duró poco cuando pudo observar por la ventana de su casa a su esposa en los brazos de otro hombre. La vio feliz sonriente y quiso morir.


Señor. No entiendo lo que pasa. Me habías prometido ser feliz y si bien pude lograr entender el sentido de la vida. Esto que me sucede ahora me provoca el dolor más grande que he experimentado en toda mi vida. en este preciso momento desearía morir.


…… Dicen que esa misma tarde el hombre murió. Dicen, que Dios cumplió el segundo deseo prometido.

La felicidad debería ser una cuestión de aptitud. No pidas a Dios lo que no eres capaz de cumplir.

Autor: Gabriel Cuellar



1 comentario:

Déjame tu devolución, es importante para mí saber si te ha gustado este trabajo: