Esta es la historia un hombre sin suerte. Tanta era su desgracia que en el último tiempo todo había empeorado drásticamente. Sus relaciones familiares, sus vínculos sociales y laborales eran un desastre.
La necesidad intensa de poder cambiar
su suerte lo empujaron lentamente a aferrarse a su fe. Así fue que
paulatinamente y sin notarlo, con la única persona con quien conversaba y
narraba sus penurias, era Dios.
Por las noches y durante un
año completo se dedico a forjar “su” encuentro religioso, se despojaba de sus
miedos e ingresaba al mundo divino. Cuando esto sucedía se liberaba y surgían
sus pedidos más íntimos.
Inmensa era la pena que
consumía a este hombre que comenzó a comprometerse con sus pedidos y con el
tiempo empezó a creer que era posible la intervención de Dios para que lograra
alcanzar lo que tanto ansiaba, “Su felicidad”.
Una de tantas noches, se
refugió en su alcoba para su encuentro cercano con Dios. La noche era intensa,
una tormenta azotaba la ciudad y los rayos emergían desde el unísono cual
chispas se desprenden de una hoguera. El viento ostentaba con voz rugiente y se
filtraba entre las hendiduras de las aberturas de la vivienda. Era una noche
tempestuosa y doliente.
Comenzó a rezar y descargar
todo su dolor, esa noche la tristeza invadía fuertemente el alma de este ser y
a gritos – análogo a la tempestad reinante -, necesitaba descargar su cólera.
Fue tan profundo su pedido, que aquella noche ocurrió el milagro:
Dios escucho atentamente sus pedidos – sin que
él lo supiera - .
Tú eres mi roca señor, tú eres
mi sustento y mi gloria. No abandones a este hijo que sufre intensamente las
desdichas de esta vida que le pesa. Confío plenamente en ti, porque tú todo lo
puedes y tú misericordia es profunda hacia mí. Conoces que mi deseo más
preciado es ser feliz una sola vez en la vida. – de este modo comenzaron sus plegarias aquella noche.
Para él este mecanismo era
normal, rutinario, y como habitualmente lo hacia se quedo aquella noche leyendo
y rezando por el lapso de una hora aproximadamente. Finalizado este menester,
se dispuso a descansar y durmió
profundamente.
Al día siguiente, muy temprano
despertó abrupta mente el reloj indicaba las seis de la mañana. No pudo
reencontrarse con el sueño, así que se levanto. En ese instante algo fenomenal
sucedió, al mirar por la ventana de su habitación el día se asomaba esplendido,
el sol brillaba resplandeciente en el horizonte y su luz tibia ingreso al
correr las cortinas. Su brillo tan intenso se transformo en una presencia, y un
poco confundido, entendió que esa figura se comunicaría con él en ese instante.
Hoy será un día diferente para
ti. Hoy deberás despojarte de todo tu rencor y odio para poder descubrir tu ser
intimo. Hoy te concederé el primero de los únicos dos deseos que tendrás en tu
vida para ser feliz. Solo de este modo hijo ingresaras en el reino de Dios.
Dijo la voz que se proyectaba como un haz de luz a través de la ventana.
Rápidamente comprendió que
aquella palabra que se comunicaba era la de Dios. Sin decir nada a nadie guardo
aquel episodio en lo más profundo de sus adentros y, después de reflexionar un
rato se puso en acción.
Durante
la mañana:
Esa mañana converso con su
esposa y le dijo todo lo que pensaba de ella. Agradeció su compañía de tantos
años y los hijos que habían tenido. Además, y haciendo caso a las
recomendaciones de Dios, le expreso sus sospechas con relación al rumbo de la
pareja, sospechaba que su esposa era infiel.
Más tarde esa misma mañana se
presento a su lugar de trabajo y después de conversar con sus supervisores,
presento la renuncia a su trabajado. Más de quince años en el mismo lugar y
puesto, sin recibir ningún ascenso en ese lapso. Su trabajo realmente no lo
hacía feliz.
Durante
la Tarde:
Durante la tarde fue a visitar
a sus hijos al colegio, los beso y le expreso su más profundo amor. Jamás había
podido mirarlos a los ojos y expresarle sinceramente que los amaba. La palabra
amor lo hacía vacilar, lo desequilibraba. Siguiendo con su recorrido, se encontró con sus padres y de igual manera que con sus hijos, le manifiesto su agradecimiento.
Al
llegar la Noche:
Cuando la noche llego, todo lo
que se había planteado hacer, lo había cumplido. Todo sus odios, rencores y
cuestiones sin saldar habían salido de su ser, pero noto que además se animo a
aflorar su otro costado, su parte tierna, pudo expresar su amor sin prejuicios.
Decidió alejarse de la ciudad
y se dirigió a lo alto de un risco, allí se sentó y pensó durante largo tiempo.
Extrañamente se apreció compungido, vacío, y muy solo. Su psiquis domino lo más
oscuro de su interior y al cabo de unos minutos tomo la drástica decisión de
quitarse la vida. Tomo una cuerda y la coloco en un árbol seco y solo al borde
del risco y en un arranque enloquecido se colgó.
Todo se nublo en ese momento,
todo oscureció. Para su desgracia y haciendo honor a su mote de hombre
desafortunado, la cuerda se zafo del tronco y cayó a lo profundo de la montaña,
en un pozo de unos cuatro metros. Cuando pudo dilucidar su realidad, se
encontraba en el fondo del pozo solo y alejado de la ciudad, incapacitado de
recibir ayuda, comenzó a rezar fervientemente.
>>>Dios mío, no me abandones en
este momento, ayuda a tu hijo en la adversidad, socórreme, atenúa mi
sufrimiento. Cumple tu palabra>>>>. Exclamó con dolor.
<<< Aquí estoy hijo mío. – Dijo la
voz conocida de Dios-. Como has cumplido con mi pedido y has hecho exactamente
lo que pensaba que harías, cumpliré mi palabra. En este momento te concedo el
primer deseo, “vivirás”, pero tendrás que demostrar que aprecias la vida y
convencerte que nada es imposible cuando uno posee fe y determinación >>>.
Desde hoy lucharas por salir
de este lugar, te valdrás de tus manos, tu entereza y tu esperanza.
Desde aquel momento, su vida
cambio, tuvo que vivir en el pozo. Notó que un árbol pequeño crecía lentamente
y lo cuido. Con la expectativa de que llegara hasta el borde del pozo. Así
durante todo ese tiempo no contó con otras herramientas que no fueran sus manos
y paciencia. Se alimentó de los frutos del árbol y creyó como nunca antes que
podría hacerlo solo.
Un
año después:
Pasaron doce meses hasta que la cúspide de su árbol llego a la cima del pozo. Una mañana de invierno salió de este y volvió a la ciudad. Estupefacto y emocionado, valoro la vida como nunca antes, corrió a la urbe en busca de sus afectos más cercanos. Se sintió un hombre diferente.
Durante el camino hacia su
hogar, los fantasmas del miedo regresaron a su mente. Especuló que durante su
ausencia lo podían haber olvidado, o que sencillamente lo habían dado por
desaparecido.Pasaron doce meses hasta que la cúspide de su árbol llego a la cima del pozo. Una mañana de invierno salió de este y volvió a la ciudad. Estupefacto y emocionado, valoro la vida como nunca antes, corrió a la urbe en busca de sus afectos más cercanos. Se sintió un hombre diferente.
Llego a su hogar y se clavo de rodillas en el jardín, agradeciendo a Dios por ese instante, por ese momento de felicidad, por primera vez en su triste existencia era feliz.
Esa felicidad duró poco cuando
pudo observar por la ventana de su casa a su esposa en los brazos de otro
hombre. La vio feliz sonriente y quiso morir.
Señor. No entiendo lo que
pasa. Me habías prometido ser feliz y si bien pude lograr entender el sentido
de la vida. Esto que me sucede ahora me provoca el dolor más grande que he
experimentado en toda mi vida. en este preciso momento desearía morir.
…… Dicen que esa misma tarde
el hombre murió. Dicen, que Dios cumplió el segundo deseo prometido.
La
felicidad debería ser una cuestión de aptitud. No pidas a Dios lo que no eres
capaz de cumplir.
Autor: Gabriel Cuellar
Este es el primer cuento que subo al Blog, espero sus comentarios.
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